domingo, 1 de julio de 2012

SEGUIMOS VIVIENDO LA BUENA VIDA

 Hace mucho tiempo que este modesto plumilla no escribe sobre "la buena vida" y, desde luego, no es por ganas, es que nos falta el fotógrafo oficial, Rafa, y mi teléfono se lleva mal con mi ordenador y a menudo "no se reconocen" con el consiguiente barullo.
Como siempre, los miércoles hacemos nuestra cena y salga como salga, siempre acabamos comiendo, luego, si no hay mucha política y enfado, cantamos un poquitin y después casi siempre pierdo al tute, desgraciadamente han pasado los tiempos del mus, un juego de hombre, y hemos pasado a un tute, más vulgar y corriente.
Lo más destable de estos meses ha sido un rotundo fracaso con un rabo de toro, muy de toro el cabrón, que se negó ha ser guisado después de cuatro, 4, horas y algún que otro fallo. Lo tengo grabado a fuego, eso y, hace muchos años uno de mis primeros bacalaos al pil-pil y como no hay nada mejor que la venganza uno de estos días empezaré, preparando, en orden claro, un buen bacalao, para quitarme la pena, penita, pena.
La pandilla, gracias a Dios está bien, ¡ojala todos pudieran decir lo mismo!


 Actualmente toda la gente está preparando, unos más y otros menos, las vacaciones, alguno, un servidor por ejemplo, la pasará en Oviedo y Gijón y es que siempre me gustó hacer patria y si hace bueno, la playa de Gijón y el marisco asturiano no tiene que envidiar a nadie.
En serio, me dispongo a pasar el verano en Oviedo y desde luego estoy francamente ilusionado, por fin, después de 40 años empezaré a sacar fruto al Centro Asturiano, es lo que se dice una inversión con futuro.
Hemos hecho, lo último, una cena de hermandad que no ha salido nada mal, no hubo ningún herido y hemos podido cenar dentro de una lógica educación y entendimiento.
A los lectores de este blogs les diré que lo actualizaré semanalmente y si, es verdad Ángel, la culpa es mía.
Estas fotografías que acompañan son recientes, vamos de unos días, de una merluza que "fabrico" con mucha ayuda Carlinos, estaba cargada de especias pero se dejaba comer, como casi todos los peces que se tiran al horno, lo único que hay que hacer es tener cuidado de no secarlos y, o, quemarlos, y no fue este el caso.
Unos cacharrinos, unes cantaries y un poco de follón que no puede faltar en estos casos.
Un abrazo amigos